Pero la oración no es entendida como se debiera. Nuestras oraciones no han de informar a Dios de algo que él no sabe. El Señor está al tanto de los secretos de cada alma. Nuestras oraciones no tienen por qué ser largas ni decirse en voz alta. Dios lee los pensamientos ocultos. Podemos orar en secreto, y el que ve en secreto oirá y nos recompensará en público.—Mensajes para los Jóvenes, 245. Or 257.3
Nuestras peticiones no deben cobrar forma de órdenes, sino de una intercesión para que él haga las cosas que deseamos que haga.—Consejos sobre la Salud, 376. Or 257.4