Pero yo tomé la determinación de que mis esfuerzos nunca cesarían hasta que esas personas por quienes sentía interés se entregaran a Dios. Pasé varias noches enteras orando fervorosamente a favor de las personas por quienes me había propuesto trabajar y orar... Or 52.5
Pero en todas nuestras pequeñas reuniones continué exhortando y orando por cada una individualmente, hasta que todas se hubieran entregado a Jesús y reconocido los méritos de su amor perdonador. Todas se convirtieron a Dios.—Testimonios para la Iglesia 1:38. Or 52.6