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El ejemplo de Cristo que oraba en todo momento Or 96

La fortaleza de Cristo provenía de la oración. Había tomado sobre sí la humanidad, llevó nuestras enfermedades y se hizo pecado por nosotros. Cristo se retiraba a los huertos o las montañas, alejándose del mundo y todo lo demás. Estaba a solas con su Padre. Con fervor intenso, derramaba sus súplicas, y ponía todo el poder de su alma en aferrarse de la mano del Infinito. Cuando enfrentaba pruebas nuevas y mayores, se alejaba, buscando la soledad de las montañas, y pasaba la noche entera en oración a su Padre celestial. Or 96.1

Siendo Cristo nuestro ejemplo en todas las cosas, si imitamos su ejemplo de oración ferviente e insistente al Dios que da poder, en el nombre de quién nunca se rindió ante las tentaciones de Satanás, para poder resistir las asechanzas del enemigo astuto, nunca seremos vencidos por él.—The Youth’s Instructor, 1 de abril de 1873. Or 96.2