¿Consistirán nuestros ejercicios de devoción en pedir y recibir? ¿Estaremos siempre pensando en nuestras necesidades y nunca en los beneficios que recibimos? ¿Recibiremos las mercedes del Señor, y nunca le expresaremos nuestra gratitud, nunca lo alabaremos por lo que ha hecho por nosotros? No oramos demasiado, pero somos demasiado parsimoniosos en cuanto a dar las gracias. Si la bondad amante de Dios provocase más agradecimiento y alabanza, tendríamos más poder en la oración. Abundaríamos más y más en el amor de Dios, y él nos proporcionaría más dádivas por las cuales alabarle. Vosotros que os quejáis que Dios no oye vuestras oraciones, cambiad el orden actual, y mezclad alabanzas con vuestras peticiones. Cuando consideréis su bondad y misericordia, hallaréis que él tiene en cuenta vuestras necesidades. Or 107.1
Orad, orad fervientemente y sin cesar, pero no os olvidéis de alabar a Dios.—Testimonios para la Iglesia 5:297. Or 107.2