Los israelitas participaron por primera vez de la cena de Pascua en ocasión de su liberación del cautiverio egipcio. UE 85.1
Dios había prometido liberarlos y les había dicho que los hijos primogénitos de cada familia de los egipcios serían muertos. UE 85.2
Les pidió que sacrificaran un cordero y pintaran con su sangre los postes y dinteles de las puertas, para que el ángel de la muerte los pasara por alto. UE 85.3
Esa misma noche debían asarlo y comerlo, con pan sin levadura y hierbas amargas, que representaban la amargura de su esclavitud. UE 86.1
Después de comerlo debían estar todos listos para el viaje, con los pies calzados y los cayados en sus manos. UE 86.2
Hicieron como el Señor les había ordenado, y esa misma noche el rey de Egipto envió la noticia de que podían irse en libertad. Así, antes del amanecer, comenzaron su viaje a la tierra prometida. UE 86.3
Desde entonces, los israelitas acostumbraban celebrar cada año la fiesta de la Pascua en Jerusalén. Todas las familias la conmemoraban con un cordero asado, pan y hierbas amargas, como sus antepasados lo habían hecho en Egipto. Mientras cenaban, narraban a sus hijos la historia de la bondad de Dios al liberar a su pueblo de la esclavitud. UE 86.4