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La abnegación MJ 212

Los que no tienen buen criterio en el uso del tiempo y el dinero deberían pedir consejo a los que han tenido experiencia. Con el dinero que habíamos ganado en nuestro oficio, nos proveíamos de ropa mi hermana y yo. Le entregábamos el dinero a nuestra madre, diciéndole: “Compra de modo que después de pagar nuestra ropa quede algo para dar a la obra misionera”. Y ella lo hacía, estimulando en nosotros el espíritu misionero. MJ 212.5

El acto de dar, si es fruto de la abnegación, es un maravilloso estímulo para el dador. Imparte una educación que nos habilita más plenamente para comprender la obra de aquel que anduvo haciendo el bien, aliviando a los que sufrían y proveyendo a las necesidades de los destituidos. El Salvador no vivió para complacerse a sí mismo. No había en su vida rastro de egoísmo. Aunque estaba en un mundo que él mismo había creado, no reclamó ninguna parte como hogar suyo. “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo nidos—dijo—, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza”.1Mateo 8:20. MJ 213.1