El amor al placer es, entre las muchas tentaciones que asaltan a los niños y a los jóvenes en las ciudades, una de las más peligrosas, porque se cuenta entre las más sutiles. Son muchos los días de fiesta; los juegos y las carreras de caballos atraen a millares; y el torbellino de excitación y placer los hace apartar de los deberes serios de la vida. El dinero que debería haber sido ahorrado para usos mejores, que en muchos casos representa las escasas ganancias del pobre, es desperdiciado en diversiones.—Fundamentals of Christian Education, 422. MJ 283.2