Muchas familias viven en un desgraciado estado porque el esposo y padre permite que la parte animal de su naturaleza predomine sobre la intelectual y moral. Como resultado se experimenta una sensación de debilidad y depresión, pero rara vez se adivina que la causa sea el resultado de su conducta indebida. Tenemos para con Dios solemnes obligaciones de mantener el espíritu puro y el cuerpo sano, para que podamos ser un beneficio para la humanidad y prestemos a Dios un servicio perfecto—Testimonios para la Iglesia 2:339, 340. MJ 327.1