Inculquémosles hábitos sencillos—Los padres deben criar a sus hijos en hábitos de dominio propio y abnegación. Deben recordarles constantemente su obligación de obedecer la Palabra de Dios y de vivir con el propósito de servir a Jesús. Han de enseñar a sus hijos que es necesario vivir de acuerdo con hábitos sencillos y evitar gastos elevados en los vestidos, la alimentación, el alojamiento y los muebles.1The Review and Herald, 13 de noviembre de 1894. HC 351.1
Cuando los niños son aún muy tiernos, se les debe enseñar a leer, a escribir, a comprender los Números, y a llevar sus propias cuentas. Pueden avanzar paso a paso en este conocimiento. Pero ante todo, debe enseñárseles que el temor de Jehová es el principio de la sabiduría.2Consejos para los Maestros, 129. HC 351.2
Consideren las finanzas de la familia—Las ideas erróneas relativas al uso del dinero exponen a los jóvenes a muchos peligros. No se les debe sostener ni suministrarles dinero como si hubiese una provisión inagotable de la cual pueden sacar para satisfacer cualquier necesidad imaginaria. Se ha de considerar al dinero como un don que Dios nos ha confiado para llevar a cabo su obra, para establecer su reino, y los jóvenes deben aprender a poner freno a sus deseos.3Joyas de los Testimonios 2:473. HC 351.3
No multipliquéis vuestros deseos, especialmente si las entradas para los gastos del hogar son limitadas. Reducid vuestras necesidades a lo que alcancen los recursos de vuestros padres. El Señor reconocerá y elogiará vuestros esfuerzos abnegados.... Sed fieles en lo menos, y no correréis peligro de descuidar las responsabilidades mayores. HC 351.4
La Palabra de Dios declara: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel.”4Manuscrito 2, 1903. HC 352.1
Lecciones respecto al valor del dinero—El dinero que los jóvenes obtengan con muy poco esfuerzo no será apreciado. Algunos tienen que ganarlo trabajando arduamente y con privaciones. Pero ¡cuánto más seguros están los jóvenes que saben exactamente de dónde proviene el dinero que gastan, que saben lo que cuestan sus ropas y sus alimentos, así como lo que se requiere para comprar una casa! HC 352.2
Hay muchas maneras por las cuales los niños pueden ganar dinero y desempeñar su parte en cuanto a llevar ofrendas a Jesús, quien dió su vida por ellos.... Debe enseñárseles que el dinero que ganan no les pertenece para gastarlo según su criterio inexperto, sino que han de usarlo juiciosamente y dar con fines misioneros. No han de contentarse con recibir dinero de su padre o de su madre y ponerlo en la tesorería como ofrenda, cuando no es suyo. Deben preguntarse: “¿Daré lo que nada me cuesta?”5Carta 11, 1888. HC 352.3
Es posible ayudar en forma imprudente a nuestros hijos. Los que trabajan para sostenerse en el colegio aprecian sus ventajas mejor que quienes las obtienen gracias al esfuerzo de otros, porque saben lo que cuestan. No debemos sostener a nuestros hijos hasta que lleguen a ser cargas incapacitadas.6Carta 50, 1895. HC 352.4
Los padres se equivocan acerca de su deber si a un joven dotado de fuerza física le entregan, antes que haya tenido experiencia en el trabajo pesado útil, el dinero necesario para ingresar en un curso de estudios con el fin de llegar a ser pastor o médico.7Carta 103, 1900. HC 352.5
Aliénteseles a ganar dinero—Más de un niño que vive fuera de la ciudad puede disponer de un terrenito que le permita aprender a cultivar una huerta. Se le puede enseñar a hacerlo para conseguir dinero que dar a la causa de Dios. Tanto las niñas como los niños pueden participar en este trabajo, el cual les enseñará el valor del dinero y a economizarlo, con tal que se los instruya correctamente. Además de obtener dinero con fines misioneros, los niños pueden ayudar a comprar la ropa que necesitan, y se les debe alentar a que lo hagan.8Carta 356, 1907. HC 352.6
Refrénense los gastos imprudentes—¡Oh, cuánto dinero malgastamos en cosas inútiles para la casa, en vestidos cargados de adornos, en caramelos y otras cosas que no necesitamos! Padres, enseñad a vuestros hijos que es malo emplear el dinero de Dios para la satisfacción propia.... Alentadlos a ahorrar sus centavos siempre que puedan, para dedicarlos a la obra misionera. Al practicar la abnegación adquirirán una rica experiencia y estas lecciones evitarán muchas veces que contraigan hábitos de intemperancia.9The Youth’s Instructor, 10 de noviembre de 1904. HC 353.1
Los niños pueden aprender a manifestar su amor por Cristo negándose bagatelas inútiles, en cuya compra se les va mucho dinero. En toda familia debe obrarse en consecuencia. Ello requiere tacto y método, pero resultará en la mejor educación que los niños puedan recibir. Si todos los niñitos presentasen sus ofrendas al Señor, sus donativos serían como los arroyuelos que, al fluir unidos, forman un río.10The Review and Herald, 25 de diciembre de 1900. HC 353.2
Téngase una pequeña alcancía sobre la chimenea o en algún lugar seguro donde se la pueda ver, para que los niños coloquen en ella sus ofrendas para el Señor.... Así se los puede educar para Dios.11Manuscrito 128, 1901. HC 353.3
Enséñeseles a pagar diezmos y ofrendas—No sólo pide el Señor el diezmo como suyo, sino que nos indica cómo debemos reservarlo para él. Dice: “Honra a Jehová de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos.” Esto no enseña que hayamos de gastar nuestros recursos para nosotros mismos y llevar el resto al Señor, aun cuando fuese por lo demás un diezmo honrado. Apártese en primer lugar la porción de Dios. Las instrucciones dadas por el Espíritu Santo mediante el apóstol Pablo acerca de los donativos exponen un principio que se aplica también al diezmo: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros aparte en su casa, guardando lo que por la bondad de Dios pudiere.” Esta recomendación abarca a padres e hijos.12The Review and Herald, 10 de noviembre de 1896. HC 353.4
Un error de muchos padres ricos—A menudo las circunstancias en las cuales se vea colocado un niño ejercerán en él una influencia más eficaz que el ejemplo de los padres. Ciertos padres ricos esperan que sus hijos serán lo que ellos mismos fueron en su juventud, y si esto no sucede culpan de ello a la depravación de la época. Pero no tienen derecho a esperar esto de sus hijos a menos que los hayan puesto en circunstancias similares a aquellas en las cuales ellos mismos vivieron. Las circunstancias en que vivió el padre hicieron de él lo que es. En su juventud la pobreza le apremió y tuvo que trabajar con diligencia y perseverancia. Su carácter se modeló en la severa escuela de la pobreza. Se vió obligado a ser modesto en sus deseos, activo en su trabajo, sencillo en sus gustos. Tuvo que hacer trabajar sus facultades para obtener alimento y ropa. Le tocó practicar la economía. HC 354.1
Los padres trabajan para colocar a sus hijos en situación desahogada, antes que en la misma en que ellos comenzaron. Este es un error común. Si los niños tuviesen que aprender hoy en la misma escuela en que aprendieron sus padres, llegarían a ser tan útiles como ellos. Los padres han alterado las circunstancias de sus hijos. La pobreza fué maestra del padre; al hijo le rodea la abundancia de recursos. Todas sus necesidades están suplidas. El carácter del padre fué modelado bajo la severa disciplina de la frugalidad; él apreciaba todo beneficio trivial. Los hábitos y el carácter de su hijo serán formados, no por las circunstancias que existían antes, sino por la situación actual, de comodidad e indulgencia.... Cuando abundan los lujos por todos lados ¿cómo es posible negárselos?13Manuscrito 58, 1899. HC 354.2
El mejor legado de los padres—El mejor legado que los padres pueden dejar a sus hijos es un conocimiento del trabajo útil y el ejemplo de una vida caracterizada por la benevolencia desinteresada. Por una vida tal demuestran el verdadero valor del dinero, que debe ser apreciado únicamente por el bien que realizará al aliviar las necesidades propias y ajenas y al adelantar la causa de Dios.14Joyas de los Testimonios 1:380. HC 355.1