¿Por qué nos dió ojos, oídos y boca?—Dios dió a los hombres ojos para que contemplasen las maravillas de su ley. Les dió oídos para que escuchasen la predicación de su mensaje. Dió a los hombres el talento del habla para que presentasen a Cristo como el Salvador que perdona los pecados. Con el corazón el hombre cree para obtener justicia, y con la boca formula su confesión para ser salvado.1Carta 21, 1899. HC 364.1
Cómo obtiene Satanás acceso al alma—Todos deben custodiar los sentidos, no sea que Satanás obtenga la victoria sobre ellos; porque son las vías de acceso al alma.2Testimonies for the Church 3:507. HC 364.2
Tendrá que ser Vd. fiel centinela que vele sobre sus ojos, oídos y otros sentidos si quiere gobernar su mente y evitar que manchen su alma pensamientos vanos y corruptos. Sólo el poder de la gracia puede realizar esta obra tan deseable.3Testimonies for the Church 2:561. HC 364.3
Satanás y sus ángeles están atareados creando una condición de parálisis de los sentidos, para que las recomendaciones, amonestaciones y reproches no sean oídos; y para que, si llegan a oírse, no produzcan efecto en el corazón ni reformen la vida.4Joyas de los Testimonios 2:195. HC 364.4
Hermanos míos, Dios os llama, como seguidores suyos, a andar en la luz. Tenéis que alarmaros. El pecado está entre nosotros, y no se reconoce su carácter excesivamente pecaminoso. Los sentidos de muchos están embotados por la complacencia del apetito y por la familiaridad con el pecado. Necesitamos acercarnos más al Cielo.5Joyas de los Testimonios 1:404. HC 364.5
Satanás procura confundir los sentidos—La obra de Satanás consiste en inducir a los hombres a no tener en cuenta a Dios, a absorber de tal manera su atención que no pensarán en su Hacedor. La educación que recibieron fué de un carácter tal que contribuyó a confundir la mente y eclipsar la luz verdadera. Satanás no quiere que la gente conozca a Dios; y si puede poner en ejecución juegos y representaciones teatrales que confundan los sentidos de los jóvenes para que perezcan seres humanos en las tinieblas mientras que en derredor suyo brilla la luz, queda bien complacido.6The Review and Herald, 13 de marzo de 1900. HC 365.1
No puede entrar sin nuestro consentimiento—Quisiéramos presentar a nuestro pueblo el hecho de que Dios proveyó para que no seamos tentados más allá de lo que podemos soportar, y que para toda tentación preparará una salida. Si vivimos totalmente para Dios, no permitiremos que nuestra mente se entregue a imaginaciones egoístas. HC 365.2
Si de alguna manera Satanás puede obtener acceso a la mente, sembrará su cizaña y la hará crecer al punto de producir una cosecha abundante. En ningún caso puede Satanás dominar los pensamientos, palabras y actos, a menos que voluntariamente le abramos la puerta y le invitemos a pasar. Entrará entonces y, arrebatando la buena semilla del corazón, anulará el efecto de la verdad.7The Review and Herald, 11 de julio de 1893. HC 365.3
Impidámosle todo acceso—Todos los que llevan el nombre de Cristo necesitan velar, orar y guardar las avenidas del alma; porque Satanás está obrando para corromper y destruir, si se le concede la menor ventaja.8Joyas de los Testimonios 1:403, 404. HC 365.4
Es peligroso detenerse para contemplar las ventajas de ceder a las sugestiones de Satanás. El pecado significa deshonra y ruina para toda alma que se entrega a él; pero es de-naturaleza tal que ciega y engaña; y nos tentará con presentaciones lisonjeras. Si nos aventuramos en el terreno de Satanás, no hay seguridad de que seremos protegidos contra su poder. En cuanto sea posible, debemos cerrar todas las puertas por las cuales el tentador podría llegar hasta nosotros.9El Discurso Maestro de Jesucristo, 96. HC 365.5
¿Quién puede saber, en el momento de la tentación, cuáles serán las terribles consecuencias que resultarán de un paso erróneo y apresurado? Nuestra única seguridad consiste en que la gracia de Dios nos escude en todo momento y en no apagar nuestra percepción espiritual al punto de llamar bien al mal, y mal al bien. Sin vacilación ni discusión debemos cerrar y guardar del mal las vías de acceso al alma.10Testimonies for the Church 3:324. HC 366.1
Todo cristiano debe estar constantemente en guardia y velar sobre toda avenida del alma por la cual Satanás pudiera hallar acceso. Debe orar por el auxilio divino y al mismo tiempo resistir resueltamente toda inclinación a pecar. Con valor, fe y esfuerzo perseverante, puede vencer. Recuerde, sin embargo, que a fin de que obtenga la victoria Cristo debe morar en él y él en Cristo.11Testimonies for the Church 5:47. HC 366.2
No leer, ver ni oír lo malo—El apóstol [Pedro] procuró enseñar a los creyentes cuán importante es impedir a la mente divagar en asuntos prohibidos o gastar energías en cosas triviales. Los que no quieren ser víctimas de las trampas de Satanás deben guardar bien las avenidas del alma; deben evitar el leer, mirar u oír lo que puede sugerir pensamientos impuros. No debe permitirse que la mente se espacie al azar en cualquier tema que sugiera el enemigo de nuestras almas. El corazón debe ser fielmente vigilado, o males de afuera despertarán males de adentro, y el alma vagará en tinieblas.12Los Hechos de los Apóstoles, 413. HC 366.3
Debemos hacer todo lo que podamos para colocarnos a nosotros mismos y a nuestros hijos donde no veremos la iniquidad que se práctica en el mundo. Debemos guardar cuidadosamente la visión de nuestros ojos y la percepción de nuestros oídos para que esas cosas espantosas no penetren en nuestra mente. Cuando el diario entra en la casa, siento el deseo de esconderlo, para que no se vean las cosas ridículas y sensacionales que trae impresas. Parecería que el enemigo inspirase la publicación de muchas cosas que aparecen en los diarios. Se revela y ostenta ante el mundo todo lo pecaminoso que se pueda descubrir.13Notebook Leaflets, Education, No 1. HC 366.4
A fin de ser sabios, los que quieran tener la sabiduría de Dios deben llegar a parecer insensatos con respecto al conocimiento pecaminoso de esta época. Deben cerrar los ojos para no ver ni aprender el mal. Deben taparse los oídos, para no percibir lo malo ni obtener un conocimiento que mancillaría la pureza de sus pensamientos y actos. Y deben guardar su lengua para no expresar comunicaciones corruptas y para que no se halle engaño en su boca.14A Solemn Appeal, 76. HC 367.1
Abrir la puerta es debilitar la resistencia—No procure saber cuán cerca del precipicio puede andar sin caer en él. Evite la primera aproximación al peligro. No se puede jugar con los intereses del alma. Su capital es su carácter. Aprécielo como si fuese un áureo tesoro. La pureza moral, el respeto propio, un gran poder de resistencia, son cosas que deben retenerse firme y constantemente. No debe haber una sola desviación de la reserva, pues un solo acto de familiaridad, una sola indiscreción, puede exponer el alma a la perdición al abrir la puerta a la tentación y debilitar el poder de resistencia.15Medical Ministry, 143. HC 367.2
Satanás quisiera eclipsarlas—Satanás ha obrado de continuo para eclipsar las glorias del mundo futuro y para desviar toda la atención hacia las cosas de esta vida. Ha procurado arreglarlo todo para que nuestros pensamientos, ansiedades y labores se dediquen tan completamente a las cosas temporales que no podamos ver ni comprender el valor de las realidades eternas. El mundo y sus cuidados ocupan demasiado lugar en nuestros pensamientos y afectos mientras que Jesús y las cosas celestiales lo tienen por demás pequeño. Debemos desempeñar concienzudamente todas las obligaciones de la vida diaria, pero es también esencial que cultivemos sobre todo un santo afecto por nuestro Señor Jesucristo.16The Review and Herald, 7 de enero de 1890. HC 367.3
Los ángeles celestiales nos ayudarán—Siempre debiéramos recordar que agentes invisibles, malos y buenos, obran para apoderarse del control de la mente. Actúan con poder invisible pero efectivo. Los ángeles buenos son espíritus ministradores que ejercen una influencia celestial sobre el corazón y la mente, mientras que el gran adversario de las almas, el diablo, y sus ángeles se esfuerzan de continuo para lograr nuestra destrucción.... HC 368.1
Aunque debemos percibir agudamente cuán expuestos estamos a los asaltos de los enemigos invisibles, hemos de atesorar la seguridad de que no pueden dañarnos sin obtener nuestro consentimiento.17The Review and Herald, 19 de julio de 1887. HC 368.2