Solo en Cristo puede formarse una unión matrimonial feliz. El amor humano debe fundar sus más estrechos lazos en el amor divino.*Véase la Sección V, “La fuerza vitalizadora”. Únicamente donde reina Cristo puede haber cariño profundo, fiel y abnegado.—El Ministerio de Curación, 276 (1905). 1MCP 161.1