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Su corazón era un manantial de vida 1MCP 191

Se dice a menudo que Jesús lloraba, pero que nunca se supo que haya sonreído. Nuestro Salvador fue a la verdad un varón de dolores experimentado en quebranto, porque abrió su corazón a todas las miserias de los hombres. Pero aunque su vida era abnegada y ensombrecida por dolores y afanes, su espíritu no quedaba abrumado por ellos. En su rostro no se veía una expresión de amargura o dolor, sino siempre de paz y serenidad. Su corazón era un manantial de vida, y donde quiera iba, llevaba descanso y paz, gozo y alegría.—El Camino a Cristo, 121, 122 (1892). 1MCP 191.3