La verdadera educación no consiste en imbuir por la fuerza la instrucción en una mente que no está lista para recibirla. Hay que despertar las facultades mentales, lo mismo que el interés. A esto respondía el método de enseñanza de Dios. Él, que creó la mente y ordenó sus leyes, dispuso su desarrollo de acuerdo con ellas. 1MCP 195.1
En el hogar y el santuario, por medio de los elementos de la naturaleza y el arte, en el trabajo y en las fiestas, en el edificio sagrado y la piedra fundamental, por medio de métodos, ritos y símbolos innumerables, Dios dio a Israel lecciones que ilustraban sus principios y conservaban el recuerdo de sus obras maravillosas. Entonces, al levantarse una pregunta, la instrucción dada impresionaba la mente y el corazón.—La Educación, 41 (1903). 1MCP 195.2