Los que quieran tener mentes despejadas para discernir las estratagemas de Satanás deben poner sus apetitos físicos bajo el dominio de la razón y de la conciencia. La acción virtuosa y vigorosa de las facultades superiores de la mente es esencial para la perfección del carácter cristiano. Y la fuerza o debilidad de la mente tienen mucho que ver con nuestra utilidad en este mundo y con nuestra salvación final.—The Review and Herald, 8 de septiembre de 1874; Mensajes para los Jóvenes, 235. 1MCP 331.2