Los ideales de este hombre no eran más elevados que los de las bestias que perecen. Vivía como si no hubiera Dios, ni cielo, ni vida futura; como si todo lo que poseía fuera suyo propio, y no debiese nada a Dios ni al hombre. El salmista describió a este hombre rico cuando declaró: “Dice el necio en su corazón: “No hay Dios””. Salmos 14:1; 53:1.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 202. 1MCP 341.3