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Dios estima a los seres humanos por la pureza de sus motivos 1MCP 345

Dios no estima a los seres humanos por su fortuna, su educación o su posición social. Los aprecia por la pureza de sus móviles y la belleza de su carácter. Se fija en qué medida poseen el Espíritu Santo, y en el grado de semejanza de su vida con la divina. Ser grande en el reino de Dios es ser como un niño en humildad, en fe sencilla y en pureza de amor.—El Ministerio de Curación, 379 (1905). 1MCP 345.3