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Restaurar la armonía en el ser 1MCP 357

El verdadero propósito de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma. En el principio, Dios creó al hombre a su propia semejanza. Lo dotó de cualidades nobles. Su mente era equilibrada, y todas las facultades de su ser eran armoniosas. Pero la caída y sus resultados pervirtieron estos dones. El pecado echó a perder y casi hizo desaparecer la imagen de Dios en el hombre. Restaurar esta fue el objeto con que se concibió el plan de la salvación y se le concedió un tiempo de gracia al hombre. Devolverle a la perfección original con la que fue creado, es el gran objeto de la vida, el objeto en que estriba todo lo demás. Es obra de los padres y maestros, en la educación de la juventud, cooperar con el propósito divino; y al hacerlo son “colaboradores [...] de Dios”. 1 Corintios 3:9.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 645, 646 (1890). 1MCP 357.2