Muchos estudiantes están tan apurados por completar su educación que no son cabales en nada de lo que emprenden. Pocos tienen el suficiente valor y dominio propio como para actuar por principios. La mayoría de los alumnos dejan de entender el verdadero objetivo de la educación, y por ello dejan de actuar como para alcanzarlo. Se aplican al estudio de las matemáticas o de las lenguas, mientras descuidan el estudio mucho más esencial para la felicidad y el éxito de la vida. Muchos que pueden explorar las profundidades de la tierra con el geólogo o atravesar los cielos con el astrónomo no muestran el menor interés en el maravilloso mecanismo de su propio cuerpo. Otros pueden decir cuántos huesos tiene el esqueleto humano y describir correctamente cada órgano del cuerpo, y sin embargo son tan ignorantes de las leyes de la salud y la curación de las enfermedades, como si la vida fuera controlada por el destino ciego en lugar de serlo a través de leyes definidas e invariables.—The Signs of the Times, 29 de junio de 1882; Fundamentals of Christian Education, 71, 72. 1MCP 360.4