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Las armas de Satanás 1MCP 87

La complacencia de los apetitos carnales batalla contra el alma. El apóstol, de la manera más impresionante, se dirige a los cristianos: “Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Romanos 12:1. Si el cuerpo está inundado por el licor y la contaminación del tabaco, no es santo ni aceptable a Dios. Satanás sabe que no lo puede ser, y por esta razón presiona con sus tentaciones a los hombres en cuanto al apetito, para poder llevarlos a la esclavitud de sus propensiones y, de esa manera, obrar su ruina.—The Review and Herald, 8 de septiembre de 1874. 1MCP 87.2