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Una conducta que puede dejar cicatrices y heridas irreparables 1MCP 92

Un maestro puede tener suficiente educación y conocimiento en las ciencias para instruir, pero ¿se ha averiguado si tiene tacto y sabiduría para tratar con las mentes humanas? Si los instructores no tienen el amor de Cristo en su corazón, no son idóneos para llevar las graves responsabilidades confiadas a quienes educan a los jóvenes. Careciendo ellos mismos de la educación superior, no saben tratar con las mentes humanas. Su propio corazón insubordinado procura dominar; el sujetar a una disciplina tal el carácter y la mente plástica de los niños es dejar sobre esta cicatrices y magulladuras que nunca se eliminarán.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 185 (1913). 1MCP 92.3