La utilidad del maestro no depende tanto de su caudal de conocimientos como del nivel que se propone alcanzar. El verdadero maestro no se contenta con pensamientos indefinidos, una mente indolente o una memoria inactiva. Trata constantemente de progresar y aplicar mejores métodos. Su vida es de continuo desarrollo. En la obra de semejante maestro hay una frescura y un poder vivificante que despierta e inspira a los alumnos.—La Educación, 278 (1903). 1MCP 20.4