Cuando usted reciba a Jesús como su Salvador personal habrá un cambio notable en usted; se convertirá, y el Señor Jesús por medio de su Espíritu Santo estará junto a usted. Ya no habrá más esa intranquilidad y esa insatisfacción que ahora posee. 1MCP 134.5
Le gusta hablar. Si sus palabras glorificaran a Dios, no habría pecado en ellas. Pero usted no obtiene paz y descanso y gozo en el servicio de Dios. Usted ciertamente no es un hombre convertido para hacer la voluntad de Dios, por lo tanto no puede sentir la influencia alegre y vivificadora de su Santo Espíritu. 1MCP 135.1
Cuando usted decida que no puede ser un cristiano y seguir haciendo lo que quiere, cuando se dé cuenta de que tiene que entregar su voluntad a la voluntad de Dios, entonces podrá acceder a la invitación de Cristo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30.—Manuscrito 13, 1897. 1MCP 135.2