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Hay que disciplinar la mente y el corazón 2MCP 192

Los niños a quienes se les permite que hagan lo que les da la gana, no son felices. El corazón no subyugado no posee en sí mismo los elementos del reposo y el contentamiento. Hay que disciplinar la mente y el corazón, y someterlos a una restricción adecuada, para que el carácter armonice con las sabias leyes que gobiernan nuestro ser. La inquietud y el descontento son los frutos de la complacencia y el egoísmo. El suelo del corazón, como el de un jardín, producirá malezas y espinas, a menos que se siembren en él semillas de preciosas flores, y que estas reciban cuidado y cultivo. Lo mismo que ocurre en la naturaleza visible, acontece en el alma humana.—Testimonies for the Church 4:202, 203 (1876). 2MCP 192.3