El tentado necesita comprender la verdadera fuerza de la voluntad. Ella es el poder gobernante en la naturaleza del ser humano, la facultad de decidir y elegir. Todo depende de la acción correcta de la voluntad. Desear lo bueno y lo puro es justo; pero si no hacemos más que desear, de nada sirve. Muchos se arruinan mientras esperan y desean vencer sus malas inclinaciones. No someten su voluntad a Dios. No escogen servirlo.—El Ministerio de Curación, 131 (1905). 2MCP 327.2