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La voluntad decide la vida o la muerte 2MCP 334

Solo la eternidad podrá revelar el destino glorioso del hombre en quien se restaure la imagen de Dios. 2MCP 334.3

Para que podamos alcanzar este alto ideal, debe sacrificarse todo lo que causa tropiezo al alma. Por medio de la voluntad, el pecado retiene su dominio sobre nosotros. La rendición de la voluntad se representa como la extracción del ojo o la amputación de la mano. A menudo nos parece que entregar la voluntad a Dios es aceptar una vida contrahecha y coja [...]. 2MCP 334.4

Dios es la fuente de la vida, y únicamente podemos tener vida cuando estamos en comunión con él [...]. Si os aferráis al yo y rehusáis entregar la voluntad a Dios elegís la muerte [...]. 2MCP 334.5

Requiere sacrificio entregarnos a Dios, pero es sacrificio de lo inferior por lo superior, de lo terreno por lo espiritual, de lo perecedero por lo eterno. No desea Dios que se anule nuestra voluntad, porque solamente mediante su ejercicio podemos hacer lo que Dios quiere. Debemos entregar nuestra voluntad a él para que podamos recibirla de vuelta purificada y refinada, y unida de tal manera con el Ser divino que él pueda derramar por nuestro medio los raudales de su amor y su poder.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 55, 56 (1896). 2MCP 334.6