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La lealtad a Dios en contraposición con la lealtad a los hombres*Véase el capítulo 29, “Dependencia e independencia”. 2MCP 349

Usted pertenece a Dios en alma, cuerpo y espíritu. Su mente pertenece al Señor, y sus talentos también. Nadie tiene derecho de controlar la mente de otra persona, ni prescribirle cuál es su deber. Hay ciertos derechos que le corresponden a todo individuo que sirve al Altísimo. Nadie tiene más derecho de arrebatarnos esos privilegios que de quitarnos la vida. Dios nos ha dado libertad para pensar, y es nuestra oportunidad seguir nuestras impresiones acerca del deber. Somos solo seres humanos, y un ser humano no tiene jurisdicción sobre la conciencia de otro [...]. Cada uno de nosotros tiene una individualidad y una identidad que no pueden ser sometidas a la de ningún otro ser humano. Como individuos somos obra de Dios.—Carta 92, 1895. 2MCP 349.2