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Es imprescindible humillar el yo 2MCP 365

Aquellos que crean que pueden recibir la bendición de Dios en esta reunión [un concilio en Míchigan] sin humillar el yo, se irán de aquí tal como vinieron. Tendrán tantas perplejidades como antes. Pero, hermanos y hermanas, no nos podemos permitir esto. Humillemos nuestros corazones delante del Señor. Permitamos que Cristo unja nuestros ojos con el colirio celestial para que podamos ver. No queremos ser ciegos; queremos ver todo con claridad. No queremos avanzar un día hacia Canaán, y al siguiente volver hacia Egipto. Debemos avanzar cada día decididamente. Me duele el corazón, se me llena de la más profunda tristeza al pensar en las preciosas bendiciones que estamos perdiendo por quedar tan rezagados respecto de la luz.—Manuscrito 56, 1904. 2MCP 365.4