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No hemos de ser la sombra de otros*Véase el capítulo 29, “Dependencia e independencia”. 2MCP 73

¡Oh, cuánto necesitan los obreros el espíritu de Jesús para que los transforme y los modele como le dan forma a la arcilla las manos del alfarero! Cuando tengan este espíritu, no habrá diferencias entre ellos; nadie será tan obtuso como para pretender que todo se haga a su manera, de acuerdo con sus ideas; no habrá sentimientos inarmónicos entre él y los obreros, sus hermanos, que no logran alcanzar su norma. El Señor no quiere que ninguno de sus hijos sea una sombra de los demás; si no que cada cual sea su propio yo, refinado, santificado y ennoblecido al imitar la vida y el carácter del gran Modelo. El espíritu estrecho, cerrado, exclusivo, que mantiene todo dentro del ámbito de su propio yo, ha sido una maldición para la causa de Dios, y siempre lo será dondequiera se le permita manifestarse.—The Review and Herald, 13 de abril de 1886. 2MCP 73.3