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Cristo, el portador de cargas 2MCP 127

Presenta a Dios tus necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No puedes agobiarlo ni cansarlo [...]. Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tristezas y aun por nuestra presentación de ellas. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no pueda soportarla; él sostiene los mundos y gobierna todos los asuntos del universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note. No hay en nuestra experiencia ningún pasaje tan oscuro que él no pueda leer, ni perplejidad tan grande que él no pueda desenredar. Ninguna calamidad puede acaecer al más pequeño de sus hijos, ninguna ansiedad puede asaltar el alma, ningún gozo puede alegrar, ninguna oración sincera escapar de los labios, sin que el Padre celestial esté al tanto de ello, sin que tome en ello un interés inmediato [...]. Las relaciones entre Dios y cada alma son tan claras y plenas como si no existiera otra alma sobre la tierra a quien brindar su cuidado, otra alma por la cual hubiera dado a su Hijo amado.—El Camino a Cristo, 100 (1892). 2MCP 127.1