Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Mateo 25:14, 15. RP 213.1
A cada hombre se le dio su tarea. Uno puede no ser capaz de hacer la obra para la cual otro ha sido adiestrado y educado. Pero el trabajo de cada hombre debe comenzar en el corazón, y no depender de una teoría de la verdad. La labor de quien se entrega a Dios y coopera con los agentes divinos revelará que un obrero es capaz y sabio, y que percibe cómo debe adaptarse a cada situación. La raíz debe ser santa, o no habrá fruto santo. Todos han de ser coobreros con Dios. El yo no debe destacarse. El Señor entregó talentos y habilidades a cada persona, y quienes hayan sido más altamente favorecidos con oportunidades y privilegios para escuchar la voz del Espíritu, tendrán mayor responsabilidad para con Dios. RP 213.2
Los que son representados como teniendo un solo talento también tienen una obra que hacer. Al comerciar, no con pesos sino con centavos, deben emplear su habilidad con diligencia, decididos a no fracasar ni a desanimarse. Pidan con fe y dependan del Espíritu Santo para trabajar en favor de los incrédulos. Si dependieran de sus propias fuerzas, fracasarían. Quienes utilicen fielmente el único talento que poseen, escucharán con la misma alegría la bendita felicitación dirigida tanto a ellos como a los que han recibido muchos dones y los utilizaron con sabiduría: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”. Mateo 25:21, 23. RP 213.3
El Señor considera el espíritu de humildad con que se hace la obra. Quien recibe sólo un talento tiene una influencia que ejercer; su obra es necesaria. Al perfeccionar su propio carácter, y al aprender en la escuela de Cristo, ejercerá una influencia que ayudará a perfeccionar el carácter de quienes tienen mayores responsabilidades, los cuales se hallaban en peligro de edificarse a sí mismos y de descuidar algunas cosas pequeñas, pero importantes, que ese hombre fiel de un solo talento consideraba con cuidado diligente.—Notebook Leaflets 1:129, 130. RP 213.4