Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. Juan 1:22, 23. RP 275.1
“De cierto os digo, que no se levantó entre los que nacen de mujeres otro mayor que Juan el Bautista”. Mateo 11:11. En el anunció hecho a Zacarías antes del nacimiento de Juan, el ángel había declarado: “Será grande delante de Dios”. Lucas 1:15. En la estima del cielo, ¿qué constituye la grandeza? No lo que el mundo tiene por tal; ni la riqueza, la jerarquía, el linaje noble, o las dotes intelectuales, estimadas en sí mismas. Si la grandeza intelectual, fuera de cualquier consideración superior, es digna de honor, entonces debemos rendir homenaje a Satanás, cuyo poder intelectual no ha sido nunca igualado por hombre alguno. Pues si el don está pervertido para servir al yo, cuanto mayor sea, en mayor maldición resulta. Lo que Dios aprecia es el valor moral. El amor y la pureza son los atributos que más estima. Juan era grande a la vista del Señor cuando, delante de los mensajeros del Sanedrín, delante de la gente y de sus propios discípulos, no buscó honra para sí mismo, sino que a todos indicó a Jesús como el Prometido. Su abnegado gozo en el ministerio de Cristo presenta el más alto tipo de nobleza que se haya revelado en el hombre. RP 275.2
El testimonio dado acerca de él después de su muerte, por aquellos que le oyeron testificar acerca de Jesús, fue: “Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; mas todo lo que Juan dijo de éste, era verdad”. Juan 10:41. No le fue dado a Juan hacer bajar fuego del cielo, ni resucitar muertos, como Elías lo había hecho, ni manejar la vara del poder en el nombre de Dios como Moisés. Fue enviado a pregonar el advenimiento del Salvador, y a invitar a la gente a prepararse para su venida. Tan fielmente cumplió su misión, que al recordar la gente lo que había enseñado acerca de Jesús, podía decir: “Todo lo que Juan dijo de éste, era verdad”. Cada discípulo del Maestro está llamado a dar semejante testimonio de Cristo.—El Deseado de Todas las Gentes, 190, 191. RP 275.3