Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15:57. RP 360.1
La vida cristiana es una vida de conflicto constante. Es una batalla y una marcha. Cada acto de obediencia, cada acción de negación propia, cada prueba soportada con valor, cada tentación resistida y cada victoria ganada es un paso hacia adelante en la marcha hacia el triunfo eterno. RP 360.2
Hay esperanza para el hombre. Cristo dice: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21. Pero no olvidemos que los esfuerzos que hacemos con nuestra propia fuerza son absolutamente inútiles. Nuestra fuerza es debilidad; nuestro juicio, necedad. Sólo en el nombre y con la fuerza de nuestro Conquistador podemos conquistar. Cuando somos asediados por la tentación y cuando los deseos que no son semejantes a los de Cristo exigen el dominio, ofrezcamos oraciones fervientes e importunas al Padre celestial, en el nombre de Cristo. Esto traerá ayuda divina. En el nombre del Redentor podemos obtener la victoria. RP 360.3
Cuando, al considerar la pecaminosidad del pecado, caemos impotentes ante la cruz pidiendo perdón y fuerza, nuestra oración es escuchada y contestada. Los que presentan sus peticiones a Dios en el nombre de Cristo nunca serán rechazados. El Señor dice: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. “Habrá considerado la oración de los desvalidos”. Salmos 102:17. Nuestro auxilio viene de Aquel que tiene todas las cosas en sus manos. La paz que nos envía es la seguridad de que nos ama. RP 360.4
Nada puede ser más impotente y sin embargo más invencible que la persona que siente su insignificancia, y se apoya totalmente en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. Dios enviaría a cada ángel del cielo para ayudar a quien depende totalmente de Cristo antes de permitir que sea vencido. RP 360.5
Si aceptamos a Cristo como nuestro Guía, él nos conducirá con seguridad a lo largo del camino angosto. El camino podrá ser áspero y espinoso, y la cuesta empinada y peligrosa; también podrán haber muchas trampas a derecha y a izquierda. Cuando estemos agotados deseando descanso, tendremos que seguir luchando; cuando estemos débiles, quizá tengamos que pelear, pero con Cristo como nuestro guía, no dejaremos de alcanzar el cielo.—The Signs of the Times, 29 de octubre de 1902. RP 360.6