Conversaba sobre temas celestiales—El caso de Enoc está delante de nosotros. Durante cientos de años caminó con Dios. Vivió en una época corrupta, cuando la contaminación moral abundaba a todo su alrededor; pero disciplinó su mente en la devoción, y para amar la pureza. Su conversación era sobre cosas celestiales. Encauzó su mente en esta dirección, y llevaba la estampa de lo divino. Su semblante estaba iluminado con la luz que brilla en el rostro de Jesús.—Testimonies for the Church 2:122. VEUC 389.1
Predicaba la justicia—Al serle presentadas las escenas del futuro, Enoc se hizo predicador de la justicia, para dar el mensaje de Dios a todos los que quisieran oír las palabras de amonestación. En la tierra donde Caín había tratado de huir de la presencia divina, el profeta de Dios dio a conocer las maravillosas escenas que habían pasado ante su visión. “He aquí”—declaraba—“el Señor es venido con sus santos millares, a hacer juicio contra todos, y a convencer a todos los impíos de entre ellos, tocante a todas sus obras de impiedad”. VEUC 389.2
El poder de Dios que obraba con su siervo, era sentido por aquellos que oían. Algunos prestaban oído a la amonestación y dejaban sus pecados; pero las multitudes se burlaban del solemne mensaje. Los siervos de Dios han de proclamar un mensaje similar al mundo en los últimos días, y también será recibido por la mayoría con incredulidad y burla. VEUC 390.1
A medida que transcurría año tras año, más y más caudalosa se volvía la corriente de la culpabilidad humana, más y más sombríos eran los nubarrones del juicio divino que se amontonaban. Sin embargo, Enoc, el testigo de la fe, proseguía su camino, amonestando, intercediendo y enseñando, esforzándose por rechazar el flujo de culpabilidad, y detener los rayos de la venganza.—Obreros Evangélicos, 53, 54. VEUC 390.2
Condenaba el pecado—Enoc condenaba intrépidamente el pecado. Mientras predicaba el amor de Dios en Cristo a la gente de aquel entonces, y les rogaba que abandonaran sus malos caminos, reprobaba la prevaleciente iniquidad, y amonestaba a los hombres de su generación, manifestándoles que vendría el juicio sobre los transgresores. El Espíritu de Cristo habló por medio de Enoc, y se manifestaba no sólo en expresiones de amor, compasión y súplica; pues, los santos hombres no hablan sólo palabras halagadoras. Dios pone en el corazón y en los labios de sus mensajeros, las verdades que han de expresar a la gente, verdades agudas y cortantes como una espada de dos filos.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 74. VEUC 390.3
Los frutos de su mensaje—Después de proclamar su mensaje, siempre llevaba de vuelta consigo hasta su lugar de retiro, a los que habían recibido la amonestación. Algunos de ellos llegaron a ser vencedores, y murieron antes de que viniera el diluvio. Pero muchos habían vivido durante tanto tiempo rodeados por la corruptora influencia del pecado, que no podían soportar la rectitud.—Comentario Bíblico Adventista 1:1102. VEUC 391.1