No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. 2 Corintios 4:18. MSV76 331.1
Si la iglesia estuviese dispuesta a vestirse con la justicia de Cristo, apartándose de toda obediencia al mundo, se presentaría ante ella el amanecer de un brillante y glorioso día. La promesa que Dios le hizo permanecerá firme para siempre... La verdad, pasando por alto a los que la desprecian y rechazan, triunfará. Aunque a veces ha parecido sufrir retrasos, su progreso nunca ha sido detenido... Dotado de energía divina, [el mensaje] podrá abrirse camino a través de las barreras más fuertes, y triunfar sobre todo obstáculo. MSV76 331.2
¿Qué sostuvo al Hijo de Dios en su vida de pruebas y sacrificios? Vio los resultados del trabajo de su alma y fue saciado. Mirando hacia la eternidad, contempló la felicidad de los que por su humillación obtuvieron el perdón y la vida eterna. Su oído captó la aclamación de los redimidos. Oyó a los rescatados cantar el himno de Moisés y del Cordero. MSV76 331.3
Podemos tener una visión del futuro, de la bienaventuranza en el cielo. En la Biblia se revelan visiones de la gloria futura, escenas bosquejadas por la mano de Dios, las cuales son muy estimadas por su iglesia. Por la fe podemos estar en el umbral de la ciudad eterna, y oír la bondadosa bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo, considerándose honrados al sufrir por su causa. Cuando se expresen las palabras: “Venid, benditos de mi Padre”, pondrán sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza... Al que está sentado en el trono y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria, y el poder, por los siglos de los siglos”. Mateo 25:34; Apocalipsis 5:12, 13. MSV76 331.4
Allí los redimidos darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y todos se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida que se mide con la de Dios. El conflicto terminó... Himnos de victoria llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fue muerto, y que vive nuevamente como vencedor.48Los Hechos de los Apóstoles, 480, 481. MSV76 331.5