Hay una obra de sagrada importancia que deben hacer los ministros y los hermanos. Han de estudiar la historia de la causa y del pueblo de Dios. No han de olvidar la forma en que en lo pasado Dios trató a su pueblo. Han de revivir y relatar las verdades que han llegado a parecer de poco valor para los que no conocen por experiencia personal el poder y el brillo que las acompañaron cuando por primera vez fueron vistas y entendidas. Han de darse al mundo esas verdades en toda su frescura y poder originales.—Manuscrito 22, 1890. 1MS 185.1