Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ophir al hombre. Isaías 13:12. NEV 41.1
Pocos aprecian el valor del hombre, y la gloria que redundaría en honor a Dios, si el ser humano cultivara y conservara la pureza, la nobleza y la integridad de carácter. ... NEV 41.2
El corto espacio de tiempo que se le ha asignado al hombre aquí en la tierra, es sumamente valioso. Y mientras dura el tiempo de prueba, Dios se propone unir su fortaleza con la debilidad del hombre finito. ... Aquellos que en verdad aman a Dios, desearán mejorar en los talentos que él les ha dado, para que resulten en bendición para otros. Y pronto las puertas del cielo se abrirán ampliamente para admitirlos, y de los labios del Rey de gloria surgirá la bendición, que sonará a sus oídos como la música más delicada: “Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del mundo”. Mateo 25:34. NEV 41.3
Así los redimidos serán bienvenidos a las mansiones que Jesús está preparando para ellos. Allá no serán sus compañeros los viles de la tierra—los mentirosos, los idólatras, los impuros, los incrédulos—sino que se asociarán con aquellos que han vencido a Satanás y a sus artimañas, y con la ayuda divina, han formado caracteres perfectos. Toda tendencia pecaminosa, toda imperfección que nos aflige aquí, ha sido quitada por la sangre de Cristo; y la excelencia y el brillo de su gloria, que excede en mucho el brillo del sol en su esplendor meridiano, les es impartida. Y la belleza moral, la perfección de su carácter, brilla a través de ellos con un brillo que excede este esplendor exterior. Están sin falta alrededor del gran trono blanco. Están sin falta, compartiendo la dignidad y el privilegio de los ángeles. NEV 41.4
“Cosas que ojo no vió, ni oído oyó, y que jamás entraron en pensamiento humano, las cosas grandes que ha preparado Dios para los que le aman”. 1 Corintios 2:9 (VM). En vista de la gloriosa herencia que puede ser suya, “¿qué recompensa dará el hombre por su alma?”. Mateo 16:26. Puede ser pobre, sin embargo posee en sí mismo una riqueza y dignidad, que el mundo nunca puede conceder. El alma redimida y limpiada del pecado, con todas sus nobles facultades dedicadas al servicio de Dios, es de un valor incalculable.—The Signs of the Times, 3 de abril de 1884. NEV 41.5