Hay muchos lugares en los cuales la voz del predicador no puede ser oída, lugares que pueden alcanzarse tan sólo por medio de las publicaciones: libros, periódicos y folletos llenos de la verdad bíblica que la gente necesita. Nuestros impresos han de ser distribuidos por doquiera. La verdad ha de sembrarse sobre todas las aguas; porque no sabemos cuál ha de prosperar, si esto o lo otro. En nuestro juicio falible podemos pensar que es desacertado dar publicaciones precisamente a las personas que aceptarían la verdad más prestamente. No sabemos cuáles pueden ser los buenos resultados de dar un folleto que contiene la verdad presente.—The Southern Watchman, 5 de enero de 1904. SC 191.2