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La dignidad y cortesía cristianas SC 280

La falta de verdadera dignidad y refinamiento cristiano en las filas de los observadores del sábado milita contra nosotros, y hace que la verdad que profesamos parezca insípida. La obra de educar la mente y los modales puede ser llevada a la perfección. Si los que profesan la verdad no tratan ahora de aprovechar sus privilegios y oportunidades de crecer hasta alcanzar la estatura de hombres y mujeres perfectos en Cristo Jesús, no reportarán honor a la causa de la verdad, ni a Cristo.—Testimonies for the Church 4:358, 359. SC 280.1

Cercioraos de que mantenéis la dignidad de la obra por medio de una vida bien ordenada y una conversación piadosa. No temáis jamás elevar demasiado la norma. ... Toda aspereza y rudeza debiera desaparecer de nosotros. Han de practicarse la cultura, el refinamiento y la cortesía cristiana. Guardaos de ser bruscos y descorteses. No consideréis tales peculiaridades como virtudes; porque Dios no las tiene por tales. Esforzaos por no ofender a nadie innecesariamente.—The Review and Herald, 25 de noviembre de 1890. SC 280.2

Hay gran necesidad de que los hombres y mujeres que poseen un conocimiento de la voluntad de Dios aprendan cómo llegar a ser obreros de éxito en su causa. Los tales han de ser personas refinadas y de entendimiento, y no tener el engañoso pulimiento exterior ni la tonta afectación de los mundanos, sino ese refinamiento y verdadera cortesía que son característicos del cielo y propios de todo cristiano participante de la naturaleza divina.—Testimonies for the Church 4:358. SC 280.3

Poseemos la verdad, la esperanza y la fe más grandes que hayan sido jamás dadas a nuestro mundo: y queremos representarlas en su exaltado carácter ante el mundo. No es necesario que adoptemos la actitud de que pasamos por el mundo implorando su perdón porque nos aventuramos a creer esta preciosa y sagrada verdad; sino que hemos de caminar humildemente con Dios y conducirnos corno hijos que somos del Dios altísimo, y, aunque débiles instrumentos, encargados de los asuntos más importantes e interesantes, más elevados y exaltados, asuntos que están por encima de cualesquiera otros temporales o mundanos.—The Review and Herald, 26 de julio de 1887. SC 280.4

El que trabaja por las almas necesita consagración, integridad, inteligencia, laboriosidad, energía y tacto. Poseyendo estas calificaciones ningún hombre puede ser inferior; sino que, al contrario, ejercerá poderosa influencia para bien.—Obreros Evangélicos, 116. SC 281.1

Debieran dedicarse a la obra hombres dispuestos a recibir instrucción respecto a las mejores formas de aproximarse a los individuos y familias. Su atavío ha de ser aseado pero no ostentoso, y sus maneras tales que no desagraden a la gente. Hay gran necesidad de verdadera cortesía entre nuestro pueblo. Debieran cultivar esa virtud todos los que se ocupen en la obra misionera.—Testimonies for the Church 4:391, 392. SC 281.2