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Constancia SC 287

El verdadero cristiano trabaja para Dios, no por impulso, sino por principio; no un día ni un mes, sino durante toda su vida.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 518. SC 287.2

El Salvador era un obrero incansable. No medía su trabajo por horas. Su tiempo, su corazón, su fuerza, estaban dedicados a trabajar para el provecho de la humanidad. Dedicaba sus días por entero al trabajo y pasaba noches enteras en oración, a fin de poder adquirir vigor para hacer frente al astuto enemigo en toda su obra engañosa, y obtener fortaleza para la obra de elevación y restauración de la humanidad. El hombre que ama a Dios no mide su obra por el sistema de ocho horas. Trabaja a toda hora, sin apartarse de su deber. Y cada vez que se le presenta la oportunidad, obra el bien. Por todas partes, en cualquier ocasión y en todo lugar, halla oportunidades de trabajar para Dios. Lleva fragancia consigo y la esparce dondequiera que vaya.—Testimonies for the Church 9:45. SC 287.3

El que por un acto desprevenido expone al oprobio la causa de Dios, o debilita las manos de sus colaboradores, echa sobre su propio carácter una mancha que no se quitará con facilidad, y pone un obstáculo grave en el camino de su utilidad futura.—La Historia de Profetas y Reyes, 488. SC 287.4

“Llevad mi yugo sobre vosotros”, dice Jesús. El yugo es un instrumento de servicio. Se enyuga a los bueyes para el trabajo, y el yugo es esencial para que puedan trabajar eficazmente. Por esta ilustración Cristo nos enseña que somos llamados a servir mientras dure la vida. Hemos de tomar sobre nosotros su yugo, a fin de ser colaboradores con él.—El Deseado de Todas las Gentes, 284. SC 287.5