Los discípulos de Jesús necesitaron que se les enseñara a trabajar y descansar. Hay necesidad hoy en día de que los obreros escogidos de Dios oigan el mandato de Cristo de apartarse y reposar un poco. Muchas vidas preciosas se han sacrificado, innecesariamente, por descuidar este mandato. ... Aunque la mies es mucha y los obreros pocos, nada se gana con sacrificar la salud y la vida. ... Hay muchos obreros débiles y gastados que se sienten profundamente desanimados cuando consideran lo que hay para hacer y cuán poco pueden realizar ellos. ¡Cuánto anhelan tener más fuerzas físicas para poder efectuar más! Pero es a éstos a quienes Jesús dice: “Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco.”—The Review and Herald, 7 de noviembre de 1893. SC 308.1
La vida cristiana no está constituida de actividad incesante ni de continua meditación. Los cristianos deben trabajar fervorosamente por la salvación de los perdidos, pero también han de tomarse tiempo para la meditación, la oración y el estudio de la Palabra de Dios. De nada sirve estar siempre bajo la tensión del trabajo y la excitación, porque de esta manera se descuida la piedad personal, y las facultades de la mente y el cuerpo sufren menoscabo.—The Review and Herald, 7 de noviembre de 1893. SC 308.2
Todos los que están en la escuela de Dios, necesitan de la hora tranquila para la meditación, a solas consigo mismos, con la naturaleza y con Dios. En ellos tiene que manifestarse una vida que en nada se armoniza con el mundo, sus costumbres, o sus prácticas; necesitan pues, experiencia personal en adquirir el conocimiento de la voluntad de Dios. Cada uno de nosotros tiene que oirlo a él hablar a nuestro corazón. Cuando toda otra voz calla, y tranquilos en su presencia esperamos, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. El nos dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios.” Esta es la preparación efectiva para todo trabajo por Dios. En medio de la atareada muchedumbre, y de la tensión de las intensas actividades de la vida, el que así se refresca, se verá envuelto en un ambiente de luz y paz. Recibirá una nueva provisión de fuerza física y mental. Su vida exhalará fragancia, y dará prueba de un poder divino que alcanzará a los corazones de los hombres.—El Ministerio de Curación, 51. SC 309.1