Muchos trabajarían con gusto si se les enseñara cómo empezar. Necesitan ser instruidos y alentados. Cada iglesia debe ser una escuela práctica para obreros cristianos. Sus miembros deberían aprender cómo dar estudios bíblicos, cómo dirigir y enseñar clases en la escuela sabática, cómo auxiliar al pobre y cuidar al enfermo, y cómo trabajar en pro de los inconversos. Debería haber escuelas de higiene, escuelas de cocina, y clases en diversos ramos de la obra de auxilio cristiano. Debería haber no sólo enseñanza teórica, sino trabajo práctico bajo la dirección de instructores experimentados. Den el ejemplo los que instruyen, trabajando entre el pueblo, y otros, al unirse con ellos, aprenderán de su ejemplo. Un ejemplo vale más que muchos preceptos.—El Ministerio de Curación, 139. SC 75.5