De igual importancia que los esfuerzos públicos especiales es la obra que se realiza de casa en casa. En las grandes ciudades hay ciertas clases que no pueden ser alcanzadas por las reuniones públicas. Estas deben buscarse como el pastor busca a su oveja perdida. Debe realizarse esfuerzo diligente y personal en su favor. Cuando se descuida la obra personal, se pierden muchas oportunidades preciosas, las que, si fueran aprovechadas, harían progresar decididamente la obra.—Testimonies for the Church 9:111. SC 142.1
Se necesitan tanto los actos como las palabras de simpatía. Cristo hizo preceder la presentación de su mensaje por actos de amor y benevolencia. Vayan estos obreros de casa en casa, ayudando donde haga falta, y, a medida que se presente la oportunidad, relaten la historia de la cruz. Cristo ha de ser su texto. No necesitan espaciarse en temas doctrinales; hablen ellos de la obra y el sacrificio de Cristo. Aférrense a su justicia, y revelen en su vida su pureza.—Testimonies for the Church 7:228. SC 142.2
Dios no hace acepción de personas. El empleará a los cristianos humildes y devotos, aun cuando no hayan recibido instrucción tan cabal como la que recibieron algunos otros. Dedíquense los tales a servirle trabajando de casa en casa. Sentados al lado del hogar, pueden, si son humildes, discretos y piadosos, hacer más de lo que podría hacer un ministro ordenado para satisfacer las necesidades reales de las familias.—Joyas de los Testimonios 3:84. SC 142.3
Los miembros de nuestras iglesias deben hacer más trabajo de casa en casa, dando estudios bíblicos y repartiendo impresos.—Joyas de los Testimonios 3:346. SC 142.4
Aquellos que se ocupan en la obra de casa en casa hallarán oportunidades para servir de muchas maneras. Han de orar por los enfermos y hacer todo lo que esté a su alcance para aliviarlos del sufrimiento. Han de trabajar entre los humildes, los pobres y los oprimidos. Debemos orar por y con los desvalidos que no tienen fuerza de voluntad para gobernar los apetitos que la pasión ha degradado. Debe hacerse un esfuerzo ferviente y perseverante para lograr la salvación de aquellos en cuyo corazón se ha despertado el interés. Muchos pueden ser alcanzados solamente por actos de desinteresada bondad. Sus necesidades físicas deben ser aliviadas en primer lugar. Cuando vean una evidencia de nuestro amor abnegado, les será más fácil creer en el amor de Cristo.—Testimonies for the Church 6:83, 84. SC 143.1
Vayan los obreros de casa en casa, abriendo la Biblia a la gente, haciendo circular las publicaciones, hablando a otros de la luz que ha bendecido sus propias almas.—Testimonies for the Church 9:123. SC 143.2
Nuestro Salvador iba de casa en casa, sanando a los enfermos, consolando a los que lloraban, calmando a los afligidos, hablando palabras de paz a los desconsolados. Tomaba los niños en sus brazos, los bendecía y decía palabras de esperanza y consuelo a las cansadas madres. Con inagotable ternura y amabilidad, encaraba toda forma de desgracia y aflicción humanas. No trabajaba para sí, sino para los demás. Era siervo de todos. Era su comida y bebida dar esperanza y fuerza a todos aquellos con quienes se relacionaba.—Obreros Evangélicos, 196. SC 143.3
La presentación de la verdad con amor y sencillez, de casa en casa, está en armonía con la instrucción que Cristo dió a sus discípulos cuando los envió en su primer viaje misionero. Muchos serán alcanzados por medio de los cantos de alabanza, y por oraciones humildes y fervientes. El Obrero divino estará presente para impartir convicción a los corazones. “Yo estoy con vosotros siempre”, es su promesa. Con la seguridad de la constante presencia de un ayudador tal, podemos trabajar con fe, esperanza y ánimo.—Testimonies for the Church 9:34. SC 143.4
Se necesitan quienes trabajen de casa en casa. El Señor pide que se hagan esfuerzos decididos en lugares donde la gente no conoce la verdad bíblica. Se necesita cantar, orar y dar estudios bíblicos en los hogares de la gente. Ahora, ahora mismo, es el momento de obedecer la comisión: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Los que hagan esta obra deben tener un conocimiento apropiado de las Escrituras. El “escrito está” debe ser su arma de defensa.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 417. SC 144.1
Mis hermanos y hermanas, visitad a los que viven cerca de vosotros, y por la simpatía y la bondad procurad alcanzar sus corazones. Aseguraos de trabajar de una manera que quite el prejuicio en lugar de crearlo. Y recordad que aquellos que conocen la verdad para este tiempo, y, sin embargo, limitan sus esfuerzos a sus propias iglesias, rehusando trabajar para sus vecinos inconversos, serán llamados a rendir cuenta de sus deberes no cumplidos.—Testimonies for the Church 9:34. SC 144.2
En esta primera gira, los discípulos debían ir solamente adonde Jesús había estado antes y había conquistado amigos. Su preparación para el viaje había de ser de lo más sencilla. No debían permitir que cosa alguna distrajese su atención de su gran obra, despertase oposición o cerrase la puerta a labores ulteriores. No debían adoptar la indumentaria de los maestros religiosos, ni usar atavíos que los distinguiesen de los humildes campesinos. No debían entrar en las sinagogas y convocar a las gentes a cultos públicos; sus esfuerzos debían limitarse al trabajo de casa en casa. No habían de malgastar tiempo en saludos inútiles, ni en ir de casa en casa para ser agasajados. Pero en todo lugar debían aceptar la hospitalidad de los que fuesen dignos, de los que les diesen bienvenida cordial como si recibiesen al mismo Jesús. Debían entrar en la morada con el hermoso saludo: “Paz sea a esta casa”. Ese hogar iba a ser bendecido por sus oraciones, sus cantos de alabanza, y la presentación de las Escrituras en el círculo de la familia.—El Deseado de Todas las Gentes, 304, 305. SC 144.3
Visitad a vuestros vecinos de una manera amigable y trabad relación con ellos... Los que no realizan esta obra, los que actúan con la indiferencia que algunos han manifestado, perderán pronto su primer amor, y comenzarán a censurar, criticar y condenar a sus propios hermanos.—The Review and Herald, 13 de mayo de 1902. SC 145.1
Los esfuerzos del apóstol no se limitaban a la predicación pública; habría muchos que no podrían ser alcanzados de esa manera. Pasaba mucho tiempo en el trabajo de casa en casa, aprovechando el trato del círculo familiar. Visitaba a los enfermos y tristes, consolaba a los afligidos y animaba a los oprimidos. En todo lo que decía y hacía, magnificaba el nombre de Jesús. Así trabajaba “con flaqueza, y mucho temor y temblor”. Temblaba de temor de que su enseñanza llevara el sello humano en lugar del divino.—Los Hechos de los Apóstoles, 203, 204. SC 145.2
Id a vuestros vecinos visitándolos uno por uno, y acercaos a ellos hasta que sus corazones sean calentados por vuestro interés y vuestro amor abnegado. Simpatizad con ellos, orad con ellos, vigilad las oportunidades de hacerles bien, y cuando podáis, reunid a unos pocos y abrid la Palabra de Dios ante sus mentes entenebrecidas. Manteneos vigilantes como quien debe rendir cuenta de las almas de los hombres, y aprovechad hasta el máximo los privilegios que Dios os da de trabajar para él en su viña moral. No descuidéis hablar a vuestros vecinos, y hacerles todo el bien que podáis para que, de todos modos salvéis a algunos. Debemos buscar el espíritu que constriñó al apóstol Pablo a ir de casa en casa rogando con lágrimas, y enseñando “arrepentimiento para con Dios, y la fe en nuestro Señor Jesucristo.”—The Review and Herald, 13 de marzo de 1888. SC 145.3
El Señor me ha presentado la obra que debe ser hecha en las ciudades. Los creyentes que se encuentran en ellas deben trabajar para Dios en el vecindario de sus moradas. Deben trabajar queda y humildemente, llevando consigo doquiera vayan una atmósfera celestial.—Joyas de los Testimonios 3:346. SC 146.1