Invitad a vuestros vecinos a vuestra casa, y leedles trozos de la Biblia y de libros que expliquen sus verdades. Invitadlos a que se unan con vosotros en el canto y la oración. En estas pequeñas reuniones Cristo mismo estará presente, tal como lo prometió, y su gracia tocará los corazones.—El Ministerio de Curación, 142. SC 152.4
Mientras estaba en Efeso, Apolos “comenzó a hablar confiadamente en la sinagoga”. Entre los oyentes estaban Aquila y Priscila, quienes, percibiendo que no había recibido todavía toda la luz del Evangelio, “le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios”. Por su enseñanza, adquirió una comprensión más clara de las Escrituras, y llegó a ser uno de los abogados más capaces de la fe cristiana.—Los Hechos de los Apóstoles, 218. SC 153.1