¡Qué campo se abrirá allí a nuestro estudio cuando se quite el velo que oscurece nuestra vista y nuestros ojos contemplen ese mundo de belleza del cual ahora tenemos vislumbres por medio del microscopio; cuando contemplemos las glorias de los cielos estudiados ahora por medio del telescopio; cuando, borrada la mancha del pecado, toda la tierra aparezca en “la hermosura de Jehová nuestro Dios”! Allí el estudiante de la ciencia podrá leer los informes de la creación, sin hallar señales de la ley del mal. Escuchará la música de las voces de la naturaleza y no descubrirá ninguna nota de llanto ni voz de dolor... EUD92 304.5
Todos los tesoros del universo serán abiertos al estudio de los hijos de Dios. Entraremos con inefable deleite en el gozo y en la sabiduría de los seres no caídos. Compartiremos los tesoros ganados durante siglos y siglos pasados en la contemplación de la obra de Dios.—La Educación, 293, 296-297 (1903). EUD92 305.1
Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos—mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida... Con visión clara consideran la magnificencia de la creación—soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 736 (1911). EUD92 305.2