Es nuestro deber hacer todo lo que está en nuestro poder para prevenir el peligro que nos amenaza... Sobre todos los hombres y mujeres de oración en todo el país recae la gran responsabilidad de pedir que Dios despeje esta nube maligna y conceda unos pocos años más de gracia para trabajar por el Maestro.—RH Extra, 11 de diciembre de 1888. EUD92 129.3
Aquellos que ahora observan los mandamientos de Dios, necesitan moverse para que puedan obtener la ayuda especial que sólo Dios puede darles. Debieran trabajar más fervientemente para dilatar tanto como sea posible la calamidad que los amenaza.—RH, 18 de diciembre de 1888. EUD92 130.1
Que los hijos de Dios, guardadores de los mandamientos, no permanezcan ahora en silencio como si hubiéramos de conformarnos con la situación.—Comentario Bíblico Adventista 7:986 (1889). EUD92 130.2
No estamos haciendo la voluntad de Dios si permanecemos quietos sin hacer nada para preservar la libertad de conciencia. Deben ascender a Dios oraciones fervientes y eficaces para que esta calamidad sea diferida hasta que podamos realizar la obra que durante tanto tiempo ha sido descuidada. Elévense oraciones muy fervientes; y luego trabajemos en armonía con nuestras oraciones.—Joyas de los Testimonios 2:321 (1889). EUD92 130.3
Hay muchos que están tranquilos, como durmiendo. Dicen: “Si la profecía ha predicho la imposición de la observancia dominical, con toda seguridad la ley será promulgada”, y habiendo arribado a esta conclusión se sientan en una serena expectación del evento, consolándose con la idea de que Dios protegerá a su pueblo en el día de angustia. Pero Dios no nos salvará si no hacemos el menor esfuerzo para realizar la obra que nos ha encomendado... EUD92 130.4
Como fieles atalayas, debiéramos ver la espada que viene y dar la advertencia, para que hombres y mujeres no prosigan por ignorancia un curso de acción que evitarían si conociesen la verdad.—RH Extra, 24 de diciembre de 1889. EUD92 130.5