Con temblorosa cautela nos acercábamos al tiempo en que se esperaba la aparición de nuestro Salvador. Todos los adventistas procurábamos fervorosamente purificar nuestra vida para estar dispuestos a ir a su encuentro cuando viniese. En diferentes parajes de la ciudad, se celebraban reuniones en casas particulares, con lisonjeros resultados. Los fieles recibían exhortaciones para que trabajasen en favor de sus parientes y amigos, y día tras día se multiplicaban las conversiones. 1TS 44.1