“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene”.
Todo estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo. Cada joven por sí mismo debe hacer la decisión que amoldará su vida, y no se deberían ahorrar energías para hacerle comprender las fuerzas con las cuales tendrá que contender, y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino. ED98 202.1
La intemperancia es un enemigo contra el cual debemos precavernos todos. El rápido aumento de este terrible mal debería incitar a la lucha a todo el que ama al género humano. La costumbre de dar instrucción en cuanto a temas de temperancia en las escuelas, es un paso que se está dando en la buena dirección. Debería practicarse esa costumbre en todas las escuelas y todos los hogares. Los jóvenes y los niños deberían comprender la parte que el alcohol, el tabaco y otros venenos similares desempeñan en la ruina del cuerpo, el entorpecimiento de la mente y la sensualización del alma. Debería explicarse que ninguno que use esas cosas poseerá por mucho tiempo toda la fuerza de sus facultades físicas, mentales o morales. ED98 202.2
Pero, a fin de descubrir la raíz de la intemperancia, debemos ir más allá del uso del alcohol o el tabaco. La ociosidad, la falta de ideales, las malas compañías, pueden ser las causas que predisponen a la intemperancia. A menudo se las halla en la mesa del hogar de las familias que se consideran estrictamente temperantes. Todo lo que desordene la digestión, que cree una excitación mental anormal, o que de cualquier modo debilite el organismo y perturbe el equilibrio de las facultades mentales y físicas, disminuye el dominio de la mente sobre el cuerpo y tiende a fomentar la intemperancia. Si se buscara el motivo de la caída de más de un joven promisorio, se llegaría a apetitos anormales creados por un régimen alimentario malsano. ED98 202.3
El té, el café, los condimentos, los dulces y las tortas, son causas activas de indigestión. La carne también es perjudicial. Su efecto naturalmente excitante debería ser argumento suficiente contra su consumo; y el hecho de que los animales estén casi universalmente enfermos la hace doblemente reprobable. Tiende a irritar los nervios y excitar las pasiones, de modo que predominan las tendencias más bajas. ED98 203.1
Los que se acostumbran a un régimen alimentario muy sazonado y estimulante, descubren al cabo de un tiempo que el estómago no se satisface con alimentos sencillos. Exige cosas cada vez más condimentadas, picantes y excitantes. A medida que los nervios se perturban y el organismo se debilita, la voluntad parece impotente para resistir al apetito pervertido. La delicada membrana del estómago se irrita de tal modo que no la alivia ni el alimento más excitante. Se siente una sed que sólo la bebida fuerte puede calmar. ED98 203.2
Es el comienzo del mal lo que debería evitarse. Al instruir a los jóvenes debería explicarse el efecto que tiene el apartarse de lo recto, por poco que parezca. Debería enseñarse al estudiante el valor que tiene un régimen alimentario sencillo y saludable para impedir el deseo de estimulantes artificiales. Establézcase desde los primeros años el hábito del dominio propio. Incúlquese en los jóvenes el pensamiento de que deben ser amos y no esclavos. Dios los ha hecho reyes del reino que hay dentro de ellos y deben tomar posesión del trono asignado por el cielo. Si se da fielmente esta instrucción, los buenos resultados se extenderán más allá de los jóvenes mismos. La influencia ejercida salvará a miles de hombres y mujeres que están al borde mismo de la ruina. ED98 203.3