Moisés pasó cuarenta años en los desiertos de Madián, como pastor de ovejas. Aparentemente apartado para siempre de la misión de su vida, recibió la disciplina esencial para su realización. Mediante el dominio propio, debía obtener sabiduría para gobernar una multitud ignorante e indisciplinada. En el cuidado de las ovejas y los tiernos corderitos, debía obtener la experiencia que iba a convertirlo en un fiel y tolerante pastor de Israel. Para llegar a ser representante de Dios, debía recibir enseñanza de él. ED98 62.3
Las influencias que lo habían rodeado en Egipto, el afecto de su madre adoptiva, su posición como nieto del rey, el lujo y el vicio que atraían en mil formas distintas, el refinamiento, la sutileza y el misticismo de una religión falsa, habían impresionado su mente y su carácter. Todo esto desapareció en la austera sencillez del desierto. ED98 63.1
En medio de la solemne majestad de la soledad de las montañas, Moisés se encontró solo con Dios. Por todas partes estaba escrito el nombre del Creador. Moisés parecía hallarse en su presencia, bajo la sombra de su poder. Allí desapareció su engreimiento. En presencia del Ser Infinito se dio cuenta de lo débil, deficiente y corto de visión que es el hombre. ED98 63.2
Allí obtuvo Moisés lo que lo acompañó durante los años de su vida llena de trabajos y cuidados: El sentimiento de la presencia personal del Ser Divino. No sólo vio a través de los siglos que Cristo sería manifestado en la carne; vio a Cristo acompañando a las huestes de Israel en todos sus viajes. Cuando era mal comprendido o se tergiversaba lo que él decía, cuando tenía que aguantar reproches e insultos, hacer frente al peligro y la muerte, podía soportarlo “porque se sostuvo como viendo al Invisible”.12Hebreos 11:27. ED98 63.3
Moisés no sólo pensaba en Dios, sino que lo veía. Dios era la visión constante que tenía delante de sí. Nunca perdía de vista su rostro. ED98 63.4
Para Moisés la fe no era una conjetura, sino una realidad. Creía que Dios regía su vida en particular, y lo reconocía en todos sus detalles. Confiaba en él a fin de obtener fuerza para resistir todas las tentaciones. ED98 63.5
Quería obtener el mayor éxito posible en la obra que se le había asignado, y depositaba toda su confianza en el poder divino. Sentía su necesidad de ayuda, la pedía, se aferraba a ella por la fe, y seguía adelante contando con la seguridad de una fuerza sostenedora. ED98 64.1
Tal fue la experiencia que adquirió Moisés durante los cuarenta años de educación en el desierto. La sabiduría infinita no consideró este período como demasiado largo, ni como demasiado grande el precio que costaba impartir una experiencia semejante. ED98 64.2
Los resultados de esa educación, de las lecciones allí enseñadas, están ligados, no sólo con la historia de Israel, sino con todo lo que desde ese día hasta hoy ha resultado para progreso del mundo. El mayor testimonio dado acerca de la grandeza de Moisés, el juicio pronunciado sobre su vida por la Inspiración, es: “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara”.13Deuteronomio 34:10. ED98 64.3