“¿Quién hizo oír esto desde el principio... sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo”.
La Biblia es la historia más antigua y abarcante que poseen los hombres. Nació de la fuente de la verdad eterna y una mano divina ha preservado su pureza a través de los siglos. Ilumina el lejano pasado en el cual en vano trata de penetrar la investigación humana. Solamente en la Palabra de Dios contemplamos el poder que puso los cimientos de la tierra y extendió los cielos. Sólo en ella hallamos un relato auténtico del origen de las naciones. Sólo en ella se da una historia de nuestra raza, libre de prejuicios u orgullo humanos. ED98 173.1
En los anales de la historia humana, el crecimiento de las naciones, el levantamiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas del hombre. Los sucesos parecen ser determinados, en gran parte, por su poder, su ambición o su capricho. Pero en la Palabra de Dios se descorre el velo, y contemplamos detrás, encima y entre la trama y la urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres, los agentes del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios. ED98 173.2
La Biblia revela la verdadera filosofía de la historia. En las palabras de belleza inmaculada y ternura que el apóstol Pablo dirigió a los filósofos de Atenas, se expone el propósito que tenía Dios al crear y distribuir las razas y naciones. El “de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle”.1Hechos 17:26, 27. Dios declara que cualquiera que lo desee puede “entrar en los vínculos del pacto”.2Ezequiel 20:37. Al crear la tierra, su propósito era que fuese habitada por seres cuya existencia fuese una bendición para sí mismos y para los demás, y un honor para su Creador. Todos los que quieran pueden identificarse con este propósito. De los tales se dirá: “Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”.3Isaías 43:21. ED98 173.3
Dios ha revelado en su ley los principios básicos de toda prosperidad verdadera, tanto de las naciones como de los individuos. “Porque ésta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia”, declaró Moisés a los israelitas, refiriéndose a la ley de Dios. “Porque no os es cosa vana; es vuestra vida”.4Deuteronomio 4:6; 32:47. Las bendiciones así aseguradas a Israel, se prometen en las mismas condiciones y en el mismo grado a toda nación y a todo individuo que existe debajo del amplio cielo. ED98 174.1
El poder que ejerce todo gobernante en la tierra, se lo otorga el cielo, y su éxito depende de cómo lo ejerce. El Atalaya divino dice a cada cual: “Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste”.5Isaías 45:5. Y para todos constituyen una lección de vida las palabras dirigidas a Nabucodonosor: “Tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad”.6Daniel 4:27. ED98 174.2
Comprender estas cosas, comprender que “la justicia engrandece a la nación”; que “con la justicia será afirmado el trono” y con “misericordia”7Proverbios 14:34; 16:12; 20:28.; reconocer la obra de estos principios en la manifestación del poder que “quita reyes, y pone reyes”8Daniel 2:21., es comprender la filosofía de la historia. ED98 175.1
Sólo en la Palabra de Dios está esto claramente expuesto. En ella se muestra que la fuerza de las naciones, lo mismo que la de los individuos, no se encuentra en las oportunidades o medios que parecen hacerlos invencibles; ni tampoco en su pregonada grandeza. Se mide por la fidelidad con que cumplen el propósito de Dios. ED98 175.2
En la historia de la antigua Babilonia se encuentra una ilustración de esta verdad. El verdadero objeto del gobierno nacional se le presentó al rey Nabucodonosor bajo la figura de un gran árbol, cuya “copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo”.9Daniel 4:11, 12. ED98 175.3
Esta figura muestra el carácter de un gobierno que cumple el propósito de Dios, un gobierno que protege y edifica a la nación. ED98 175.4
Dios ensalzó a Babilonia para que pudiera cumplir ese propósito. La nación prosperó hasta llegar a una altura de riqueza y poder que desde entonces nunca ha sido igualada, y que en las Escrituras está adecuadamente representada por el inspirado símbolo de una “cabeza de oro”.10Daniel 2:38. ED98 175.5
Pero el rey no reconoció el poder que lo había encumbrado. Lleno de orgullo, dijo Nabucodonosor: ED98 175.6
“¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?”.11Daniel 4:30. ED98 175.7
En vez de ser protectora de los hombres. Babilonia se convirtió en orgullosa y cruel opresora. Las palabras de la Inspiración, que describen la crueldad y la voracidad de los gobernantes de Israel, revelan el secreto de la caída de Babilonia, y de la de muchos otros reinos que han caído desde que empezó el mundo: “Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia”.12Ezequiel 34:3, 4. ED98 176.1
El Atalaya divino pronunció contra el rey de Babilonia la sentencia: “¡A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti”.13Daniel 4:31. ED98 176.2
“Desciende y siéntate en el polvo, virgen hija de Babilonia.
Siéntate en la tierra, sin trono...
Siéntate, calla,
Y entra en tinieblas, hija de los caldeos;
Porque nunca más te llamarán señora de reinos”.14Isaías 47:1-5. ED98 176.3
“Tú, la que moras entre muchas aguas, rica en tesoros,
Ha venido tu fin, la medida de tu codicia”.
“Y Babilonia, hermosura de reinos
Y ornamento de la grandeza de los caldeos,
Será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios”.15Jeremías 51:13; Isaías 13:19. ED98 176.4
“Y la convertiré en posesión de erizos, y en lagunas de agua; y la barreré con escobas de destrucción, dice Jehová de los ejércitos”.16Isaías 14:23. ED98 176.5
Se ha permitido a toda nación que ha ascendido al escenario de la historia que ocupe su lugar en la tierra para ver si va a cumplir o no el propósito del “Vigilante y Santo”. La profecía ha anunciado el levantamiento y la caída de los grandes imperios del mundo: Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. La historia se repitió con cada una de ellas, lo mismo que con naciones menos poderosas. Cada una tuvo su período de prueba, fracasó, su gloria se marchitó, perdió su poder, y su lugar fue ocupado por otra. ED98 176.6
Aunque las naciones rechazaron los principios de Dios y provocaron con ese rechazamiento su propia ruina, es evidente que el propósito divino predominó y se manifestó en todos sus movimientos. ED98 177.1
Una maravillosa representación simbólica dada al profeta Ezequiel durante su destierro en la tierra de los caldeos, enseña esta lección. Recibió la visión cuando estaba abrumado por recuerdos tristes y presentimientos inquietantes. La tierra de sus padres estaba desolada; Jerusalén, despoblada. El profeta mismo era extranjero en un país donde reinaban supremas la ambición y la crueldad. Por todas partes veía manifestaciones de tiranía e injusticia. Su alma estaba afligida y se lamentaba día y noche. Pero los símbolos que se le presentaron ponían en evidencia un poder superior al de los gobernantes terrenales. ED98 177.2
A orillas del río Quebar, Ezequiel vio un torbellino que parecía proceder del norte, “una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un esplendor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente”.17Ezequiel 1:4. Cuatro seres vivientes movían numerosas ruedas entrelazadas. Por encima de todo esto “se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él”. “Y apareció en los querubines la figura de una mano de hombre debajo de sus alas”.18Ezequiel 1:4, 26; 10:8. Las ruedas estaban dispuestas en forma tan complicada, que a primera vista parecía que estaban en desorden; pero se movían en perfecta armonía. Seres celestiales empujaban las ruedas, y ellos, a su vez, eran sostenidos y guiados por la mano que estaba debajo de los querubines; sobre ellos, en el trono de zafiro, estaba el Eterno, y alrededor del trono un arco iris, emblema de la misericordia divina. ED98 177.3
Así como la disposición complicada de las ruedas estaba bajo la dirección de la mano que se veía debajo de las alas de los querubines, Dios dirige el complicado manejo de los acontecimientos humanos. En medio de la lucha y el tumulto de las naciones, Aquel que se sienta por encima de los querubines, aún dirige los asuntos terrenales. ED98 178.1
La historia de las naciones que sucesivamente ocuparon el tiempo y el lugar que se les asignó, y que inconscientemente dieron testimonio de la verdad cuyo significado ignoraban, tiene un mensaje para nosotros. Dios ha asignado un lugar en su gran plan a toda nación y a todo individuo de la actualidad. Hoy los hombres y las naciones son medidos por la plomada que sostiene Aquel que no se equivoca. Todos deciden su destino por su propia resolución, y Dios dirige todo para que se cumplan sus propósitos. ED98 178.2
La historia que el gran Yo Soy ha trazado en su Palabra, al unir los eslabones de la cadena profética desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, nos dice dónde estamos hoy en el transcurso de los siglos, y qué es lo que se puede esperar del futuro. Todo lo que la profecía anunció que sucedería hasta el presente, ha sido registrado en las páginas de la historia, y podemos estar seguros de que todo lo que vendrá aún se cumplirá en su orden. ED98 178.3
En la Palabra de verdad se predice claramente la caída final de los dominios terrenales. En la profecía anunciada cuando Dios pronunció la sentencia contra el último rey de Israel, se da el mensaje: “Así ha dicho Jehová el Señor: Depón la tiara, quita la corona... sea exaltado lo bajo, y humillado lo alto. A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”.19Ezequiel 21:26, 27. ED98 179.1
La corona que se le quitó a Israel pasó sucesivamente a los reinos de Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Dios dice: “Esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. ED98 179.2
Ese tiempo está cerca. Las señales de los tiempos declaran hoy que estamos en el umbral de sucesos grandes y solemnes. Todo está en agitación en el mundo. Ante nuestra vista se cumple la profecía del Salvador referente a los sucesos que precederán a su venida: “Oiréis de guerras, y rumores de guerras... Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares”.20Mateo 24:6, 7. ED98 179.3
La época actual es de sumo interés para todos los vivientes. Los gobernantes y estadistas, los hombres que ocupan puestos de confianza y autoridad, los hombres y mujeres que piensan, de toda clase social tienen la atención fija en los sucesos que ocurren alrededor de nosotros. Observan las relaciones tirantes que mantienen las naciones. Observan la tensión que se está apoderando de todo elemento terrenal, y reconocen que está por ocurrir algo grande y decisivo, que el mundo está al borde de una crisis estupenda. ED98 179.4
En este mismo momento los ángeles están sosteniendo los vientos de contienda para que no soplen hasta que el mundo reciba la advertencia de su próxima condenación; pero se está preparando una tormenta; ya está lista para estallar sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría describirla. ED98 179.5