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Capítulo 34—Leales a Dios en medio de la persecución HR 264

Este capítulo está basado en Hechos 5:12-42.

Los Apostulos continuaron con gran poder su obra de misericordia, de sanar a los afligidos y proclamar al Salvador crucificado y resucitado. Muchos se añadían continuamente a la iglesia por medio del bautismo, pero nadie se atrevía a hacerlo si no estaba unido de corazón y mente con los creyentes en Cristo. Multitudes acudieron a Jerusalén para traer a los enfermos y a los que estaban poseídos por espíritus inmundos. Muchos dolientes eran depositados en las calles por donde Pedro y Juan pasaban, para que sus sombras cayeran sobre ellos y los sanaran. El poder del resucitado Salvador ciertamente había descendido sobre los apóstoles, y éstos llevaban a cabo señales y milagros que diariamente aumentaban el número de creyentes. HR 264.1

Estas cosas llenaban de gran perplejidad a los sacerdotes y gobernantes, especialmente a los saduceos. Se dieron cuenta de que si se permitía que los apóstoles predicaran a un Salvador resucitado e hicieran milagros en su nombre, pronto todos rechazarían su doctrina de que no hay resurrección y su secta pronto se extinguiría. Los fariseos percibían que la tendencia de su predicación pronto socavaría las ceremonias judaicas y quitaría todo significado a los sacrificios. Sus primeros esfuerzos para suprimir a estos predicadores habían sido vanos, pero ahora estaban decididos a terminar con ese entusiasmo. HR 264.2